En otra ocasión cotidiana, Ajahn Chah le pidió a uno de sus pupilos un vaso con agua que estaba en una mesa distante.
El pupilo lo tomó y lo sostuvo ante su maestro para pasárselo.
"¿Está pesado?", preguntó.
"No, no pesa casi nada Luang Po ['Venerable padre' en tailandés]"
"¿Y si lo sostuvieras por media hora? ¿O una hora? ¿O un día?..."
"Entonces sí que pesaría!"
"Deja el vaso a un lado", le sugirió amablemente. "Es por sostener que las cosas pesan. Si no las sostenemos, no pesan. Y mientras más las sostenemos, más pesan."
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Como estos tres ejemplos es el abandono de "lo que surge" en la mente y el cuerpo en el ejercicio de meditar: como dejar de tratar de detenerlos, como abandonar un objeto que está pesando, como dejar de sostener algo por más del tiempo necesario.
Y ese peso innecesario es cada vez más pequeño.
Cada vez más, todo peso se vuelve innecesario.
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