pensar

El asunto de pensar se ha tornado un poco confuso. Sobre todo en este mundillo de la meditación y demases.

La visión más difundida afirma que la meta en la meditación es dejar de pensar. Cosa que es absolutamente falsa, digámoslo desde un principio.

Pero bien, para entender por qué esa afirmación es falsa (o por lo menos poco refinada y profunda) primero hay que separar aguas:

Por una parte, pensar no es solamente verbalizar frases interiormente, o "hablarse a sí mismo" mentalmente. Pensar también es imaginar, o "hablarse a sí mismo" a través de imágenes. Pero aún más, pensar es también proponer un ambiente interno no necesariamente ligado al lenguaje o a imágenes, sino más bien meramente a sensaciones mentales y corporales.

Por otra parte, es muy común meter en el mismo saco al pensamiento voluntario y al involuntario. Pensar se parece en esto a respirar. Respirar es uno de esos mecanismos del cuerpo que pueden ser tanto voluntarios como involuntarios. Si te olvidas de respirar, el cuerpo respirará solo. Pero si te acuerdas, o quieres manejar tu respiración, es posible hacerlo. Así mismo, pensar es algo que uno puede hacer voluntariamente como también puede simplemente ocurrir por sí solo.

El problema con esto último es que confundimos ambos. El problema está justamente en creer que ambos tipos de pensamiento (voluntario e involuntario) son igualmente "hechos por mí", "parte mía". La verdad es que el pensamiento involuntario, como su nombre bien lo dice, no es de nadie; es nada más que el producto de la actividad mental inconciente que por repetición hemos hecho hábito. Más aún, es el tipo de pensamiento que más nos ocurre, y además somos adictos a él, puesto que representa una vía de escape a la incomodidad corporal/mental que nuestras emociones gatillan. Esta confusión puede parecer trivial, pero es el gran hechizo que nos afecta. Y a niveles altos de confusión, el asunto se torna patológico y se convierte en un gran sufrimiento y hasta un dolor terrible e insoportable.

En definitiva, lo importante es saber diferenciar los pensamientos y tener como hipótesis constante a verficar que éstos y otros asuntos de la experiencia (principalmente las reacciones emocionales) son impersonales, ocurren por sí solos como reacción a los estímulos externos e internos.

La herramienta básica para esto es la atención. Pero ¿qué cualidades de la experiencia nos pueden avisar que un pensamiento es voluntario o involuntario, o si es beneficioso o perjudicial?

Llevado a lo simple: un pensamiento es involuntario (OJO: por muy real y voluntario que parezca!) si de fondo hay una emoción subyacente que está tiñendo todo de su color. Pero como esto es un hechizo, y no es tan fácil darse cuenta de si hay una emoción de fondo, simplifiquemos más: SI HAY TENSIÓN EN EL CUERPO, HAY UNA EMOCIÓN SUBYACENTE.

Si hay emoción que provoca tensión, eso está gatillando pensamientos involuntarios teñidos de esa emoción. Y una emoción es siempre ciega a la realidad, es una incomprensiblemente absurda mini-rabieta de niño ante los ojos de un observador calmado y racional.

Ahora, volviendo al asunto de "dejar de pensar como meta en la meditación". Esto no es así.

En la meditación lo que se hace es:
Identificar que hay tensión corporal y por ende, a esta le precede una reacción emocional impulsiva e inconciente (a la que estamos habituados y somos adictos). Y entonces abandonar esa reacción emocional (y sus residuos: los pensamientos involuntarios) por medio del relajo de la tensión que ésta gatilló tanto en el cuerpo como en la mente. Para luego proponer voluntariamente con el pensamiento un hábitat interno libre de emoción impulsiva y de tensión.

La meta es ir poco a poco,  a través de la adquisición de habilidad en este ejercicio, conociendo cómo es que realmente funciona la experiencia desnuda, sin la confusión mental cotidiana.

Esto tendrá como SUB-PRODUCTO gradual (y no como fin último):
el cese del pensamiento involuntario
el cese del pensamiento con lenguaje
el cese del pensamiento con imágenes
y <más>




((( - - )))