ideología


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Los seres humanos podemos producir nuestras necesidades básicas de manera más efectiva, suficientemente efectiva como para escapar de las limitaciones de nuestra existencia animal en la naturaleza, solo por medio de un esfuerzo colectivo, pero esta colectividad siempre tiene un precio.   < Balibar > argumenta que otro aspecto del gran insight de Marx es que lo que sigue a esta negociación estética de lo universal y lo particular es casi siempre la división entre el trabajo físico e intelectual; aún más, es paradójicamente solo una vez que nos convencemos completamente de que el pensamiento, a menudo citado despectivamente en términos de mera teorización o sobrepensamiento o intelectualización, no tiene potencial alguno para efectuar cambios en lo real, que observamos una "impresionante conversión de impotencia en dominación" (Marx, 46-47); la convicción de que el pensamiento es actividad mental inútil e irreal divorciada de lo corporalmente real es exactamente lo que permite la reificación y naturalización de las ideologías existentes, y la opresiva imposibilidad de la acción real guiada por la razón, o praxis. La creencia en la impotencia del pensamiento puede entonces dar pie a que un tipo de pensamiento particular — la creencia ideológica no-crítica — tenga poder absoluto sobre nosotros, controlándonos por completo.

En la esfera de la estética, se presenta la insistencia de que el pensamiento racional no puede asir el misterio inefable de la belleza estética. Pero hay otras estrategias también, y en una época en que el poder del arte está desvaneciéndose rápidamente, una de las más comunes es quizás un tipo de anti-intelectualismo sofisticado que aquellos aún interesados en pensar denominan postmodernismo. Será parte del argumento de este ensayo que el Buddhismo Occidental está a punto de convertirse en una religión del capitalismo global, la práctica estética anti-intelectual cosmopolita máxima que puede enseñarnos a desechar el pensamiento y a volvernos totalmente indiferentes a aquellas cosas meramente mundanas que son exactamente aquellas cosas que podemos y debemos trabajar para cambiar. Mi preocupación, entonces, será sugerir que el Buddhismo tiene una larga historia de precisamente rechazo a detener la negociación estética, y que existe una alternativa al anti-intelectualismo postmoderno que en realidad no es más que una estética reaccionaria de lo bello.

Ensayo: "El Sujeto Buddhista Radical y la Sublime Estética de la Verdad"



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