Meditación (4)

El ejercicio se resume así:

primero, te das cuenta de que tu atención se fue tras una "distracción" (surgió un evento mental/coporal cualquiera que atrajo tu atención como imán)

luego, suelta aquello, déjale ser, con liviandad, como si nada tuviese que ver contigo, ya sean pensamientos, sensaciones, recuerdos, etc… son sólo fenómenos mentales que brotan por sí solos, uno tras otro. No son algo que "estés haciendo", y ni siquiera "TE está sucediendo", sino que: ESTÁ sucediendo. Al comienzo, supón esto. Con la práctica caerás en cuenta de que es así.

a la vez, deja que toda tensión del cuerpo, del rostro, del interior de tu cabeza se relaje, como el agua que se calma después de que lo que la agitaba deja de hacerlo. Y este relajo florece simultáneamente en la leve y serena sonrisa de tu rostro, tus ojos, tu corazón, tu cuerpo, tu mente.

y entonces: dejas que la atención vuelva al refugio: tu “objeto de meditación” [ver "Meditación (6)"].

Te das cuenta, sueltas, relajas, sonríes y vuelves...
de una vez...
en un solo movimiento de cambio contínuo
en un solo cambio de estado
sin dividirlo en pasos
fluido

esa fluidez se vuelve más sutil, menos tosca y más fácil con la práctica
pero es igual a experiencias que ya has tenido inconcientemente [ver "Meditación (5)"]

Esto se repite todas las veces que sea necesario. Y cada vez vas progresando, granito a granito. Al comienzo el progreso casi ni se nota. Cuando llevas muchos granitos, te das cuenta "ah! he juntado hartos granitos en verdad! No me había dado cuenta!". Esto es clave en todo aprendizaje. Fallar, y repetir. Fallar y repetir. Lograr, mejorar. Fallar, repetir... etcétera






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