aprender jugando

Cambiar un hábito es una habilidad.

Se aprende con el tiempo. Se aprende haciendo.

¿Por qué será que uno olvida que todo lo ha aprendido de la misma manera?

Cuando aprendimos a caminar, no fue de la noche a la mañana. Ni fue forzando las cosas. Fue a punta de ensayo-y-error. Una y otra vez, probar-errar, probar-errar... pequeño logro... adaptar... probar-errar... etc.

Aprender el ejercicio meditativo no tiene nada de distinto. También es un cambio de hábito, también es aprender una habilidad, también se aprende en base a ensayo-y-error.

Pero al parecer esos primeros aprendizajes de la vida los hicimos medio inconcientemente.
O jugando!

Simplemente fallábamos, ajustábamos, y repetíamos incorporando los pequeños nuevos avances,  y además — y muy importante — aún no perdíamos la capacidad de juego!

Este factor es la clave: la capacidad de emprender el ensayo-y-error como algo didáctico; como un juego.

Y es como si hubiésemos olvidado esto!
O simplemente ahora lo pensamos demasiado y no hacemos.
Tratamos de hacernos un método, un pensar todo con anticipación para tomar un supuesto atajo en el aprendizaje [que resulta en todo lo contrario], pero en verdad el método que sirve ya lo hemos puesto en marcha muchas veces para aprender todo lo que hemos aprendido. Siempre lo olvidamos...

Y terminamos haciendo esto: 

             (pensar un plan antes) +
              fallar > frustrarse > abandonar  

         ó   fallar > frustrarse > intentar de nuevo sin ajustar nada >
              frustrarse > (...) > abandonar.

(... y todo bajo una actitud no-didáctica,
sino que "tratando de lograrlo 'ahora ya!' ".)

Olvidamos que el método bajo el que aprendimos todas las habilidades que hemos aprendido era:

              fallar > ajustar > repetir incorporando los pequeños nuevos avances  
             (en un círculo virtuoso, hasta la maestría)

Además está el factor humildad ante el oficio a emprender. Saber: "no sé", "he de ser sincero en corregirme para saber", y con esa base avanzar en el desarrollo de la habilidad. Por ejemplo cuando no sabíamos caminar , partíamos de la base de que "no sé caminar". Por ende la motivación era fallar, ajustar, repetir sabiendo que aún no se ha logrado el objetivo (sin que el proceso mismo deje de ser entretenido), y de esta manera ir acercándonos cada vez más a la simplicidad de caminar como se hace normalmente. Nos vamos acercando a un punto de equilibrio,  vamos refinando la habilidad hacia ese "centro" cada vez más detallado.

Con el ejercicio meditativo que se relata en este blog es exactamente igual. Partimos de la base de que "no sé hacerlo"; y entonces vamos jugando a fallar/ajustar/repetir para ir acercándonos gradualmente al centro, al equilibrio de meditar como ha de ser.

Una vez que sabemos realizar el ejercicio correctamente, la depuración posterior sigue funcionando bajo la misma didáctica intuitiva de jugar a fallar/ajustar/repetir.

Y el punto de equilibrio se vuelve entonces un asunto de sintonía fina.

Finísima.

Finisisisisisísima.










. ((( - - )))